Fourth Sunday of Lent (B)

B 4 Cuaresma                                                                                

OJOS ILUMINADOS

Los hombres nacemos ciegos, en tinieblas; pero se nos abren los ojos con la fe del bautismo. Vivir en la luz significa acercarse a Cristo para que nuestras buenas obras queden iluminadas. Y nosotros ¿pertenecemos todavía al mundo de los ciegos o vamos por la vida iluminando al mundo con la antorcha de la fe? ¡Es la fe en Cristo la que salva! "El que cree en Él no será condenado".

            Hermanas y hermanos:

1.  Al curar al ciego de nacimiento Jesús se revela como el que abre nuestros ojos a la verdadera luz; nos permite mirar las cosas con los ojos nuevos de la fe. Iluminados por Cristo debemos comportarnos como verdaderos hijos de la luz; esto exige una conversión de mentalidad, una capacidad de juzgar según una nueva escala de valores que viene de Dios: "Él no mira las apariencias sino que lee el corazón".

La ceremonia de la noche de Pascua nos explica el significado de la luz bautismal. Es todo un símbolo de lo que la Pascua quiere producir en nosotros: que reconstruyamos nuestra vida, que nos dejemos iluminar por Cristo, que renovemos nuestra Alianza, y que vivamos "como hijos de la luz.". También en el rito bautismal se enciende un cirio en la llama del cirio pascual y se entrega al bautizado o al padrino con estas palabras "recibe la luz de Cristo".

2.  La luz significa vida y gracia. El pecado es tiniebla, la gracia y la fe son luz. El bautismo es un gesto de la bondad divina que nos libra de las tinieblas y nos incorpora en el Reino de su Hijo para que tengamos parte en la suerte de los santos en la luz. Me coloca en una situación nueva. Coloca en mí una "naturaleza" nueva de la que nunca podré despojarme: es la naturaleza divina. Me convierto en su hijo y como tal debo vivir; algo así como el que nace a la vida humana y está comprometido a vivir como hombre; y razonablemente no puede reprochar a  Dios o a su madre por haberlo traído al mundo.

3.  "Caminar en la luz" es vivir coherentemente esta nueva situación con una mirada nueva hacia la vida y hacia el mundo. Un nuevo modo de vivir en relación con los demás: Es el amor fraterno, distintivo de "los hijos de la luz". Una vida que separa del pecado, como tinieblas, con un esfuerzo continuo de conversión; una orientación de fondo que convierte la existencia en un camino hacia la luz de la gloria. Renacer supone, en consecuencia, toda una actitud. Cristo vino para dar la vida, a nosotros nos corresponde aceptarla.

Hemos recordado la importancia de nuestro bautismo a la luz de la Pascua cercana. ¿No sería también un buen momento para examinarnos sobre los compromisos bautismales que implican sobre todo un rechazo del pecado y la confesión de nuestra fe en Cristo resucitado? Si tenemos la oportunidad de ser padrinos en un bautismo, transmitamos a los demás esta responsabilidad. Que así sea.