Daily Reflection

¿Ser perfecto?

February 24, 2018 | Saturday
  • Sábado de la primera semana de Cuaresma
  • Matthew 5:43-48

    "Has oído que se dijo: 'Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo'. Pero te digo, ama a tus enemigos, y ora por aquellos que te persiguen, para que seas hijo de tu Padre celestial, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre los justos y lo injusto, porque si amas a los que te aman, ¿qué recompensa tendrías? ¿No hacen los recaudadores de impuestos lo mismo? Y si saludan solo a sus hermanos, ¿qué es inusual acerca de eso? ¿No hacen los paganos lo mismo? sé perfecto, así como tu Padre celestial es perfecto ".

    Oración introductoria: Señor Jesús, te convertiste en un hombre para mostrarme, en tu carne y sangre, el camino a la santidad. En cada palabra y acto tuyo registrado en el Evangelio, me enseñas y me revelas el secreto de una vida digna de la eternidad. Creo que ahora estás conmigo y que usarás estos momentos de oración para aumentar mi fe, esperanza y amor. Aquí estoy, Señor, para conocerte, amarte y servirte con todo mi corazón. Amén.

    Petición: Señor, ayúdame a buscar la santidad por amor a ti y a los demás. Amén.

    1. "Sé perfecto" ¿Quién nos dice que seamos perfectos? Cristo el Verbo, aquel a través de quien se hicieron todas las cosas, por medio del cual nacimos: nuestro Señor, nuestro Creador, que desde la eternidad anhela que cada uno de nosotros sea perfecto en el amor. Esto no es una sugerencia; es un comando. Lo dice a sus discípulos con energía, incluso sabiendo que solo para ellos es imposible. Para Dios, sin embargo, nada es imposible. Hoy se nos recuerda que nuestra santidad es una posibilidad; es el plan de Dios Los milagros ocurren cuando creemos. Dios aún no ha terminado con ninguno de nosotros. Todo lo que Dios pide es que seamos perfectos, no toda una vida en un solo golpe, sino, más bien, en cada momento presente, uno a la vez. Eso es lo que tengo, este momento presente. Esto es lo que tengo que perfeccionar.

    2. ¿Por qué Dios nos manda a ser perfectos? La exigencia de Dios de que busquemos y nos esforcemos por la perfección de la santidad se vuelve más comprensible cuando contemplamos la situación cada vez más grave de nuestro mundo. Ese mundo, tan gravemente necesitado de la salvación de Cristo, es la razón más clara y más palpable por la cual cualquiera de nosotros debería buscar la santidad. ¿Cuál es el valor de la santidad cristiana en el mundo? Un apologista cristiano temprano lo expresó en estos términos:

    Para resumir todo en una palabra: qué es el alma en el cuerpo, qué son los cristianos en el mundo. La carne odia al alma y lucha contra ella, aunque no sufre ningún daño porque se le impide disfrutar de los placeres; el mundo también odia a los cristianos, aunque en realidad no están heridos, porque abjuran de los placeres. El alma ama a la carne que la odia, y [también ama] a los miembros; Los cristianos también aman a los que los odian "(De la Carta a Diognetus).

    3. Buscar la santidad es un trabajo de amor: en un mundo de arenas movedizas, podemos ofrecer un terreno sólido; en un mundo de fuerzas ciegas de violencia espiritual y material, podemos ofrecer el poder persuasivo de la bondad cristiana. Se escuchó a la Beata Madre Teresa de Calcuta decir que la santidad no es privilegio de unos pocos, sino la obligación de todos. Cuando con fe simple y profunda profundizamos en ese vínculo entre nuestra lucha por la santidad y la salvación de las almas, podemos descubrir un nuevo ímpetu y una nueva fortaleza. El desafío de buscar la santidad puede convertirse en un trabajo de amor, impulsado por un corazón encendido con celo por la salvación de todos nuestros hermanos y hermanas.

    Conversación con Cristo: Señor Jesús, el mundo necesita hombres y mujeres de Dios; el mundo necesita santos Yo se esto. Sé que me llamas de una manera personal, urgente e insistente para buscar mi santidad. Por el bien de mis hermanos y hermanas, por su salvación, Señor, hazme santo. Amén.

    Resolución: Dedicaré algún tiempo hoy a orar a Nuestra Señora y confiarle a ella, con fe viva y sencillez infantil, todo el proyecto de mi santificación.

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